La escritura es un intermitente en mi vida. Se apaga cuando me traiciona mi mente y cuando mi energía baja. Odio esos tediosos y largos espacios en blanco.
Pero joder, ¡cómo amo el chute cuando vuelve! Hay un momento en el que se enciende de nuevo la luz. Es curiosa la manera en la que repentinamente aparece. Es como un flash de ese intermitente. Arbitrariamente, surge en una conversación, en un bar, en un cuadro que veo cuando paso delante de una galería de arte, cuando los Panots de Flor me guían por la ciudad. Cualquier estímulo se potencia cuando me revive esa luz.
Pero, ¡ay!, se vuelve a apagar. No te vayas, por favor. Te digo que no me dejes, de verdad.
¿Volverás?
Me encanta que lo hagas, así. Un vaivén, un toma y deja, una disnea romántica entre tú y yo. Sigue. Dame otra ronda que a esta invito yo.
Esther Just